La presencia de inversiones a partir del proyecto de integración ALBA, ha despertado un recital de alaridos y recelos por parte de los representantes de la burguesía salvadoreña. Recientemente se ha introducido –sino impuesto- a la opinión pública, el cuestionamiento sobre la legalidad con que las empresas que hacen parte de este proyecto actúan en el país.
Tal parece que para los voceros de la empresa privada, la libre competencia funciona cuando beneficia al gran capital, ahí es, además de legal y buena, apoteósica; sin embargo cuando no está en las manos de la oligarquía es diabólica, además de perversa.
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