
El actual mandatario superó tanto una implacable campaña de desprestigio orquestada por la derecha, como también el fraude institucionalizado, endémico en las elecciones salvadoreñas, que favorece a ARENA. Una participación masiva del electorado prevaleció sobre los dos obstáculos, entregándole a Funes una ligera mayoría en las urnas -aunque recientes encuestas de opinión muestran que cuenta con el apoyo de alrededor del 80% de la población-.
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